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"Niños Pudú" es el nombre con el que coloquialmente se le conoce a uno de los comerciales creados por la Corporación Nacional Forestal de Chile (CONAF) como parte de las campañas televisivas para concientizar sobre los incendios forestales. Fue censurado debido a su retorcida estética que asustó a bastantes espectadores en su época.[1]
Historia
Los artistas Darinka Guevara y Stanley Gonczanski colaboraron junto a la Corporación Nacional Forestal en la realización de una campaña que buscaba hacer conciencia sobre los incendios forestales. Dichos comerciales, trasmitidos entre diciembre de 1994 y marzo de 1998, mostraban de una forma artística y tenebrosa una perspectiva de cómo la flora y fauna sufría en los incendios. Tan solo tres de los ocho creados por Darinka y Stanley fueron permitidos por el CNTV (Consejo Nacional de Televisión de Chile), pero fueron retirados debido al mal recibimiento del público en general al punto de molestar al entonces Ministro de Agricultura de la época, Emiliano Ortega Riquelme. El más conocido de estos comerciales llevaba el slogan "Chile se está quemando", que de manera abstracta muestra a un hombre de extrañas facciones mientras se mueve por un incendio, seguido de varias imágenes y vídeos extraños con el slogan. De fondo se escuchan voces y una melodía que se repite en los otros comerciales. Aunque la campaña fue revisada por psicólogos y sociólogos, el rechazo del público resultó en una censura por la CNTV.
Uno de los comerciales que más llamaban la atención se trataba de uno donde unos niños interpretando pudú eran horriblemente incendiados. Mucho se habló sobre este último considerándose incluso como leyenda urbana, ya que solo habían testimonios de gente que afirmaba haberlo visto en su infancia y terminar aterrados por el comercial. Darinka Guevara, su guionista, confirmaría la existencia del mismo tiempo después. Por su parte, Stanley Gonczanski quien fuera su director, comentaría: "Fue un comercial potente, con la imagen de un pudú humanizado y horrorizado por un incendio." El director también afirmaría que tuvieron gran libertad creativa.
El canal de YouTube, La Ruta Oculta, logró ponerse en contacto con Darinka Guevara y Stanley Gonczanski quienes declararían que ambos desconocían el paradero del comercial[2]
Descripción
El comercial inicia con un tres personas totalmente desnudas y calvas, cada uno tapándose los ojos, boca y orejas respectivamente. La escena se traslada a un bosque con personas disfrazadas de árboles sufriendo por el fuego. Un niño disfrazado de pudú aparece y queda aterrorizado por el incendio, quedándose atrapado entre las llamas. Las tres personas del inicio reaparecen con la frase "Cuando permites la destrucción del bosque, algo en ti desaparece", mientras imágenes surrealistas se reproducen al mismo tiempo. El comercial termina revelando que las tres personas no tienen ojos, boca ni orejas, representando su negligencia con la frase "Un testigo que calla es un cómplice".
Disponibilidad
Varios usuarios de internet hablaron de la campaña de CONAF en foros, haciendo notar el comercial de "los niños pudú" por su estilo. El hilo más antiguo data del 14 de diciembre 2007 en el sitio Fotech.cl, donde el usuario Lightstalker Naga pregunta por un comercial en el que la gente interpreta animales y árboles quemándose. Uno de los usuarios respondió con un testimonio casi exacto del comercial de los pudú.[3]
Aunque los otros dos comerciales se encontraban en la red, el de los niños pudú permanecía perdido al punto de considerarse una leyenda urbana. En junio de 2021, la cuenta de Instagram alantiwa200 resubió uno de los comerciales para recordar una de las campañas más perturbadoras de la televisión chilena.[4] La publicación llamó la atención del cineasta chileno Cristóbal Sánchez quien al día siguiente subiría el comercial de los niños pudú a Instagram. De acuerdo a su descripción, su padre Eugenio Sánchez trabajó como guionista junto a Guevara, Gonczanski y otros artistas para la campaña de CONAF. Había conseguido el comercial tras digitalizar el portafolio artístico de su padre un par de años antes, sin saber que estaba perdido.[5]